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Publicidad Subliminal

La Publicidad Subliminal

Conozca qué es la publicidad subliminal y hasta qué punto se la puede considerar mito o realidad…

Por: Ivan Thompson

El término «subliminal» (de Sub- y el latín limen, inis, umbral) significa que está por debajo del umbral de la conciencia [1]. También se dice que es el estímulo que por su debilidad o brevedad no es percibido conscientemente, pero influye en la conducta.

Entonces, si se suma este significado al de la publicidad, entendemos en términos generales, que la «publicidad subliminal» es un tipo de publicidad que utiliza estímulos que no son percibidos conscientemente pero que tienen la capacidad de influir en la conducta de los destinatarios, con la finalidad de inducirlas a convertirse en compradores, adeptos, seguidores u otros.

Ahora, dada esta posibilidad y sus consecuencias, la publicidad subliminal no es una práctica bien vista y hasta es prohibida en varios países debido al temor que tiene la gente a que le laven el cerebro para que compre un «x» producto o servicio en contra de su voluntad. Sin embargo, algunos entendidos en temas de publicidad y mercadotecnia consideran que este tipo de publicidad no tiene el poder o efecto que se le atribuye y que inclusive es una pérdida de tiempo de quienes están muy aburridos a anhelan la jubilación.

Por todo ello, y considerando que este es un tema «candente» dentro de uno de los escenarios de la mercadotecnia, resulta conveniente que el mercadólogo conozca qué es la publicidad subliminal y si se la puede considerar mito o realidad.

¿Qué es la Publicidad Subliminal?

  • O’Guinn, Allen y Semenik, definen la publicidad subliminal como una publicidad que supuestamente funciona a nivel subconsciente [2].
  • Laura Fischer y Jorge Espejo consideran que la publicidad subliminal tiene un alcance insospechado, que es invisible a todos los sentidos, que su gran recurso está en el uso del sexo y que son mensajes que se captan pero no se descubren; por ejemplo, las imágenes que surgen en los cubos de hielo de un vaso al añadirles licor no son distinguidas por los ojos, pero sí percibidas por el subconsciente [3].
  • Por su parte, Mabel López cita que según la Ley General de Publicidad es publicidad subliminal aquella que mediante técnicas de producción de estímulos de intensidades fronterizas con los umbrales de los sentidos o análogos pueda actuar sobre el público destinatario sin ser conscientemente percibida [4].

En síntesis, y complementando las propuestas de los mencionados autores, tenemos que la publicidad subliminal es un tipo de publicidad que mediante técnicas de producción de estímulos de intensidades fronterizas con los umbrales de los sentidos o análogos y/o mediante la utilización de mensajes que tengan la capacidad de actuar en el subconsciente de una forma prácticamente invisible a todos los sentidos, pretende influir en la conducta del público objetivo (consumidores, adeptos, seguidores), con la finalidad de lograr determinados objetivos, como la venta de un producto o servicio, la captación de adeptos a un partido político o de espectadores a un evento, etc.

La Publicidad Subliminal: ¿Mito o Realidad?

Antes de responder a esta interesante pregunta resulta necesario exponer ambos puntos de vista:

Por una parte, de quienes consideran que la publicidad subliminal es un mito. En ese sentido, O’Guinn, Allen y Semenik, afirman que nadie ha vendido nada con imágenes de senos en cubos de hielo o la palabra sexo en el trasfondo de un anuncio, y que además, ninguna persona de una agencia publicitaria, salvo quienes están muy aburridos o anhelan la jubilación, tiene tiempo de sentarse a idear éstas cosas [2]. Por otra parte, consideran que aunque es cierto que existen ciertas pruebas en relación con algunos tipos de procesamiento inconsciente de anuncios, éstos son derivados de la repetición y la facilidad de recordarlos, no de la enunciación de fórmulas de encantamiento que ha convertido a la publicidad en mitología [2].

Philip Kotler y Gary Armstrong, mencionan en su libro «Fundamentos de Marketing» que numerosos estudios realizados por psicólogos e investigadores de consumidores no han logrado encontrar un vínculo entre los mensajes subliminales y el comportamiento de los consumidores. Al parecer, la publicidad subliminal simplemente no tiene el poder que le han atribuido sus críticos [5].

Por otra parte, están los que consideran que la publicidad subliminal es una realidad que tiene alcances insospechados. En ese sentido, Laura Fischer y Jorge Espejo, consideran que el mundo de la publicidad subliminal es cambiante, pues la electrónica más moderna y el pensamiento, que es más veloz que la luz, están a su servicio [3]. Además, consideran que el objetivo de los anuncios de este tipo de publicidad, es vender mediante la atracción subliminal de la atención a necesidades reprimidas existentes a nivel subconsciente o inconsciente de la mente del individuo que percibe dicho mensaje [3].

En conclusión, y en lo personal, considero que la publicidad subliminal (especialmente aquella que utiliza estímulos relacionados con el sexo) puede tener un cierto efecto en algunas personas, en momentos y circunstancias concretos; pero, de ninguna manera con los efectos casi mágicos que algunos consideran que tiene.

En todo caso, ya sea mito o realidad, la publicidad subliminal es un tipo de publicidad que no es bien vista y hasta es prohibida en varios países (debido al temor que tiene la gente a que le laven el cerebro para que compre un x producto en contra de su voluntad), por lo que no conviene que el mercadólogo corra un alto riesgo al utilizar ésta herramienta porque se expone: 1) a que pueda ser sometida al veredicto de la opinión de las personas y/o de los tribunales si es considerada como tal; y 2) porque los resultados pueden estar muy por debajo de lo esperado al no tener el efecto que muchos le atribuyen.

Para finalizar, considero que en vez de utilizar «fórmulas de supuesto encantamiento» resulta más provechoso que los mercadólogos inviertan tiempo, esfuerzo y recursos en: 1) identificar las necesidades y deseos del consumidor, 2) determinar si la satisfacción de esas necesidades y deseos es rentable para la empresa, 3) conceptualizar la satisfacción de esas necesidades y deseos en un producto o servicio de calidad, 4) ponerlo al alcance del público objetivo, 5) fijarle un precio que el público objetivo pueda y quiera pagar y que resulte rentable o beneficioso para la empresa, 6) implementar un esquema de promoción que incluya las herramientas (publicidad, venta personal, promoción de ventas, propaganda y/o marketing directo) que mejor se adapten a las particularidades del mercado, el producto y la empresa para comunicar adecuadamente y sin trucos de por medio, la satisfacción de su necesidad o deseo mediante el producto o servicio que se le ofrece, y 7) controlar y monitorear la implementación de todo lo planeado en el plan de mercadotecnia. De esta manera, es más factible que se obtengan resultados provechosos sin afectar la imagen de la empresa y sin exponerse a acciones legales por parte de los organismos establecidos para controlar y verificar los anuncios que se emiten o publican y de quienes se puedan sentir afectados por éstas prácticas.

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